dijous, 21 de maig del 2015

Menottis y Bilardos #ABPmooc_INTEF

Hace 25 años un partido de la liga española, que aparentemente no tenía más interés de lo normal, suscitó  el debate en medio mundo, especialmente en Argentina. En Tenerife, el Tenerife jugaba contra el Sevilla y el interés residía en que en los banquillos de los dos equipos se sentaban por una parte Jorge Valdano y Ángel Cappa, discípulos directos de César Luis Menotti y en el otro banquillo estaba Carlos Bilardo. Menotti representaba el fútbol argentino de siempre. Eso es, pelota pegada al pie, juego bonito, un equipo canchero pero noble. Bilardo representaba el todo vale para ganar. Más que jugar al fútbol sus críticos decían que sus equipos trabajaban un resultado. Este debate futbolístico siempre ha sido más filosófico que real. ¿Nunca un equipo de Bilardo jugó bien al fútbol? ¿Nunca un equipo de Menotti cometió una falta táctica? En educación pasa un poco lo mismo.

Se intenta enfrentar la instrucción directa con métodos como ABP en muchos debates, pero al final la mayoría de los profesores usan un poco de cada uno. Está claro que todo no puede ser instrucción directa porque los alumnos no aprenderían casi nada. Es absurdo asistir a siete horas de conferencias cada día, por muy atractivas que sean. Ahora, la instrucción directa puede ser un buen método en momentos determinados y no hay porque evitarlo o menospreciarlo cuando se piense que es lo mejor que podemos hacer para que los alumnos aprendan. Creo que los dos métodos son compatibles. Cuando más repertorio tenga un profesor mucho mejor.

Sobre ABP creo que tiene muchas virtudes siempre que los proyectos estén bien diseñados. Los alumnos trabajan sobre temas de su interés, se integran distintos tipos de desarrollo de habilidades y conocimientos, se fomenta el pensamiento crítico y se aprende a ser más tolerante y tener más habilidades sociales al trabajar codo a codo con compañeros. Podría seguir enumerando las bondades del trabajo en proyectos porque hay muchas, pero no creo que sea bueno alimentar debates filosóficos de una metodología contra otra, a no ser que sea en un buen almuerzo con compañeros de profesión. Ahora, en el almuerzo me pido defender a ABP. Es que siempre fui de Menotti.

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